Doña Violante de Aragón (Wikimedia Commons) |
Doña Violante de Aragón fue propietaria, por vía de dote
matrimonial, de la villa de Curiel y de su castillo a raíz de su matrimonio, en
1246, con Alfonso X el Sabio, rey de Castilla (y de León). Sus padres fueron el
rey de Aragón y conde de Barcelona, Jaime I el Conquistador, y su segunda
esposa, la princesa Violante de Hungría. El rey aragonés había estado casado
previamente con Leonor de Castilla, la hija de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, pero su matrimonio fue anulado por razón de parentesco.
Violante, por su educación familiar, fue mecenas de poetas y músicos; la música europea, principalmente la francesa se incorpora a la música cortesana de influencia judía y árabe, conviviendo con el gregoriano instaurado en tiempos de su suegro Fernando III el Santo. También la literatura alcanza gran esplendor con doña Violante; libros de poesía, relatos épicos, viajes, etc. son traídos a Castilla por nobles, clérigos y diplomáticos.
Doña Violante, que apenas era una adolescente, y el futuro
rey Alfonso X, contrajeron matrimonio en la Colegiata de Valladolid, con el
claro objetivo de estrechar lazos entre los reinos de Castilla y Aragón. La dote de la princesa
consistió en numerosas ciudades y villas: Valladolid, Palencia, San Esteban de
Gormaz, Astudillo, Ayllón, Curiel, Béjar, etc. Pero la infanta de Aragón estuvo
a punto de volver a su tierra por donde había venido: tras unos años de
matrimonio Alfonso X la repudió por no tener descendencia. Él tenía claro que
no era el causante, ya que antes de conocer a la aragonesa había tenido al
menos tres hijos naturales, y se dedicó a buscar sustituta: la princesa
Cristina de Noruega.
Cristina de Noruega, en Covarrubias. (Wikimedia Commons) |
Al rey noruego Haakon IV el Viejo le pareció un buen plan y envió a
su hija desde Bergen junto con un gran séquito en un viaje en barco que hizo
escala en Inglaterra, atravesó el Canal de la Mancha, continuó por tierra
atravesando Francia y llegó a Burgos en la Nochebuena de 1257. Este viaje ha sido narrado durante siglos por la tradición islandesa en forma de saga.
Pero mientras tanto, ¡sorpresa!, Doña Violante llevaba en su
vientre a la que sería la primogénita de Alfonso X. La situación para el rey
sabio era complicada y la decisión entre enfurecer a Jaime I el Conquistador y
desairar a la princesa Cristina y a su padre Haakon, difícil. Finalmente,
Alfonso acogió de nuevo a su esposa Violante y organizó el casamiento de
Cristina con su hermano, el infante Don Felipe de Castilla, que tuvo que colgar los hábitos porque en aquel
momento era Arzobispo de Sevilla.
La princesa noruega, desilusionada por ver sustituir su
título de reina de Castilla por el de infanta, cayó en una gran melancolía que
acabó con su vida pocos años después. Está enterrada en el claustro de la
Colegiata de Covarrubias, donde también hay una estatua de bronce, y una
tradición que dice que para encontrar el amor las jóvenes solteras deben tocar
la campana que se encuentra junto al sepulcro.
Sepulcro de Cristina de Noruega, en el claustro de la Colegiata de San Cosme y San Damián, en Covarrubias, Burgos. (Wikimedia Commons) |
La historia de la princesa Cristina de Noruega, además de sagas medievales, ha dado lugar a diversas novelas, una de las más conocidas, "La flor del norte", de Espido Freire.
Pero volvamos con la
Reina Doña Violante de Castilla. En los años que siguieron a su matrimonio, la
que estuvo a punto de ser repudiada por estéril tuvo con Alfonso X nada más y
nada menos que diez hijos. Entre ellos, los que se disputarían la sucesión en
el trono: Fernando, el primogénito, al que llamarían "el de la cerda" por los fuertes
pelos que le salían de un lunar, y Sancho. Este último reinaría como Sancho IV
de Castilla, el Bravo, tras la prematura muerte de Fernando a los 20 años y las maniobras
que evitaron que su hijo Alfonso "el Desheredado" -aún un niño- obtuviera
la corona, tal y como debería haber sido legítimamente.
A lo largo de sus treinta y dos años de reinado, Doña
Violante dio muestras de grandes dotes para la diplomacia y la negociación, y
existen numerosas pruebas documentales del agradecimiento que el rey mostraba a
su esposa por su eficaz colaboración en las tareas de gobierno.
Así pues, hemos querido rendir homenaje a tan insigne reina
y señora del castillo de Curiel, dedicándole la habitación número 4 de nuestro
hotel.
La habitación de Doña Violante de Aragón, esposa de Alfonso X el Sabio. |
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