El lechazo, o cordero lechal, es probablemente, el plato más típico de la gastronomía de la provincia de Valladolid, y también de otras provincias limítrofes. Su nombre proviene de la dieta que sigue la cría de la oveja, puesto que para ser considerada lechazo sólo puede haberse alimentado con la leche de la oveja, lo que le da su característico sabor suave y su carne tierna y jugosa.
Fuente: Mapa de la web de la IGP Lechazo de Castilla y León |
Normalmente, un lechazo entero pesa entre 9 y 12 kilos, y se consume por cuartos (cuartos delanteros o cuartos traseros). Lo habitual es compartir un cuarto entre dos o tres personas y acompañarlo de una ensalada después de unos entrantes.
Aunque también son típicos los pinchos de lechazo, las chuletillas y otras elaboraciones como tapas, la forma más habitual de consumir el lechazo es asado al horno. La receta es sencilla: lechazo, agua, sal... y una fuente de barro. En ocasiones también se utiliza manteca de cerdo.
Y con una receta tan simple, la cuestión fundamental es la calidad de la materia prima. En Castilla y León existe un sello de calidad que garantiza el origen del lechazo: la IGP Lechazo de Castilla y León.
¿Y con qué regar un buen lechazo? Pues ni que decir tiene que en la zona en que nos encontramos es casi obligatorio tomarlo con un buen tinto de la D.O. Ribera del Duero. Nosotros os proponemos nuestro "Viejo Coso", elaborado 100% con la variedad tempranillo y envejecido en barricas de roble americano y francés.
Bueno, y después de toda la teoría, ya sólo queda ponerlo en práctica. En la Residencia Real del Castillo de Curiel podéis disfrutar de este manjar cualquier día del año. Basta con que nos aviséis al reservar mesa. ¡Os esperamos!
Y aquí os dejamos una foto que ha subido loocmag a Instagram, a punto de hincarle el diente a su lechacito:
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