Dos castillos vallisoletanos separados cincuenta kilómetros. Dos historias de amor por las cosas de la tierra, bien hechas, y por el Patrimonio Histórico. Dos aventuras empresariales. Dos historias paralelas, con puntos en común.
Cerveza artesana de castillo en Íscar: La Loca Juana
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El castillo de Íscar, donde vive La Loca Juana |
El castillo de Íscar cobija un sabroso secreto en su interior. Un tesoro que nunca hubiera podido imaginar Alfonso VI cuando mandó repoblar la localidad, en 1086, para consolidar el sur del Duero en la meseta castellana.
Hace algunos años, cuatro locos se juntaron para producir cerveza artesana entre los pinares castellanos y alumbraron La Loca Juana.
Mucha malta y mucho lúpulo después, la reina se ha asentado en un sector emergente y ciertamente prometedor en la provincia de Valladolid. Y mantiene como marca de la casa su vinculación al castillo de Íscar, esa imponente fortaleza que domina la Tierra de Pinares desde hace siglos.
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Loca rubia y hermosa pelirroja. |
Allí moran dos reinas: la loca rubia, de un dorado pálido, ligera y fresca, y la hermosa pelirroja, más contundente y amarga, de color ámbar, inicio de miel y final seco y persistente.
No dejes de conocerlas y decir ¡#estoyconjuana!
Vino de castillo en Curiel de Duero: Tinto Viejo Coso
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El castillo de Curiel de Duero. |
En los primeros años de este siglo, un loco aún más loco que los anteriores, atraído por la Historia de Curiel de Duero, encontró sobre un cerro un montón de piedras con 1000 años de historias y leyendas, donde confluyeron sus iniciativas empresariales y el ímpetu por recuperar las joyas del Patrimonio Histórico.
Así se unieron la rehabilitación de la iglesia de San Martín, la reconstrucción del castillo de Curiel y un proyecto enológico singular: la elaboración de un tinto llamado Viejo Coso, D.O. Ribera de Duero, ganador de la medalla de oro en el Challenge International du Vin de Bruselas, entre más de 5.000 vinos de 38 países.
Dormitorio de barricas en la iglesia de San Martín. |
Ahora, desde lo alto de la torre del castillo de Curiel se puede contemplar la preciosa iglesia, en cuyo interior, entre gruesos muros de piedra, un tesoro duerme esperando el momento de despertar. El alma de las vides que han dado renombre mundial a la Ribera del Duero, envejece y respira a través de los poros de roble, esperando el momento de deslumbrar con sus colores y matices, y un carácter vigoroso y equilibrado, aterciopelado.
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La iglesia de San Martín, del siglo XII, tras su rehabilitación. |
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