28 ene 2014

El helero o nevero

Uno de los rincones más curiosos del castillo de Curiel es el helero o nevero. Se trata de un pozo de unos siete metros de profundidad, situado junto a la puerta de la barbacana, en la zona norte. Originalmente tendría sus paredes revestidas de una masa de aljez y arena, recubierta de almagre para para aumentar el aislamiento y reducir la porosidad.






La necesidad de disponer de alimentos en momentos en que la caza y la pesca escaseaba, o en las situaciones de asedio, hizo que se buscaran soluciones para su conservación. Las técnicas más habituales en la época medieval se basaban en la salazón y ahumado de carnes y pescados, lo que permitía su conservación durante algunos meses. Así puede verse en numerosas miniaturas medievales, con representaciones de piezas de carne colgadas en las cocinas para que se impregnaran del humo de la leña.

Otra de las técnicas era el uso de la nieve y el hielo recogidos durante el invierno, que se acumulaban prensados en depósitos subterráneos aislados y secos. Estos depósitos, denominados neveros o heleros, se han seguido utilizando hasta no hace demasiado tiempo.

Esta necesidad de conservar los alimentos dio lugar en la baja Edad Media a un importante comercio de hielo y nieve. Por ejemplo, en Damasco, en el invierno, grandes caravanas de camellos transportaban la nieve de las montañas hasta los heleros de la ciudad, propiedad de los comerciantes, que posteriormente la vendían a precios considerables. Así lo cuenta Fray Niccolo da Poggibonsi, peregrino a Tierra Santa en 1346, en su Libro d'Oltramare . 

Afortunadamente, los tiempos cambian y todas las habitaciones del castillo disponen de un minibar para la comodidad de nuestros huéspedes.


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