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3 mar 2015

Doña Berenguela la Grande, la más efímera reina de Castilla

Doña Berenguela la Grande, pintura de José María Rodríguez de Losada
Doña Berenguela la Grande
(Wikimedia Commons)
La de Doña Berenguela de Castilla es una historia muy particular. Hija, nieta, madre, abuela, esposa de grandes reyes, reina consorte de León, pero apenas reina de Castilla ella misma durante unos momentos. Y sin embargo, siempre involucrada en el gobierno del reino y artífice de la definitiva unión de los reinos de León y de Castilla bajo la Corona de Castilla en la persona de su hijo, Fernando III el Santo.

Doña Berenguela nació en 1180, primogénita de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor de Plantagenet, heredera por tanto del trono de Castilla (hasta el nacimiento de su hermano menor, Enrique I). Su nombre, de origen catalán, le venía de su bisabuela Berengaria, esposa de Alfonso VII y hermana de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona.


Fue educada en el ambiente culto y refinado que sin duda su madre Leonor de Plantagenet había vivido junto a la suya, Leonor de Aquitania, y se convirtió en un codiciado partido para la realeza europea.

Tras un frustrado intento de matrimonio con el hijo del emperador Federico I Staufen, Barbarroja, en 1197, contrajo matrimonio con Alfonso IX de León. Esta unión duraría hasta 1204 en que el papa Inocencio III declaró su nulidad ya que Alfonso IX era primo del padre de Berenguela. Afortunadamente, las gestiones con el pontífice evitaron la excomunión y que los cinco hijos del matrimonio fueran declarados ilegítimos.

Coronación de Berenguela y Fernando III en 1217. Placa conmemorativa en la Plaza Mayor de Valladolid
Coronación de Berenguela y Fernando III en 1217.
Placa conmemorativa en la Plaza Mayor de Valladolid
Con la ruptura del matrimonio Berenguela regresó a Castilla, y su hijo Fernando, el primogénito, se quedó con su padre, el rey de León.
En 1214 murió Alfonso VIII y a partir de ese momento Berenguela se convirtió en la regente que, con el apoyo de obispos y nobles, ostentaba el poder en el reino de Castilla. Primero como tutora de su hermano menor, Enrique I, que tenía 10 años de edad y que moriría tan sólo tres años después por la caída de una teja en el palacio del obispo de Palencia. Después, renunciando al trono en favor de su hijo, Fernando III de Castilla, en una ceremonia que se celebró en la plaza del mercado de Valladolid, el 1 de julio de 1217.

Alfonso IX, deseaba evitar que su reino cayera en manos de Fernando, prefiriendo que fuera para alguna de sus hijas, fruto de su anterior matrimonio con su prima, Teresa de Portugal, Sancha y Dulce, por las que sentía especial debilidad. Para ello planeó su boda con el caballero cruzado Jean de Brienne, señor de Acre y rey de Jerusalén, pero Doña Berenguela la desbarató y consiguió que éste contrajera matrimonio con su hija, de nombre también Berenguela, en 1230. Para evitar futuras maniobras en la misma línea, Berenguela pactó con la hijas de su ex marido un acuerdo en el que renunciaron a sus derechos testamentarios sobre la corona de León a cambio de generosas compensaciones vitalicias.
Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas en Burgos
Monasterio de Las Huelgas, Burgos.
(Wikimedia Commons)
En ese mismo año 1230 fallece Alfonso IX, y los reinos de León y de Castilla se unen bajo el cetro de Fernando III el Santo, que gobierna siempre apoyado y aconsejado por su madre Berenguela.


Doña Berenguela falleció el 8 de noviembre de 1246 y de acuerdo con su testamento fue enterrada en el Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas en Burgos, en "sepultura llana y humilde".


A Doña Berenguela, este gran personaje de la Historia, inteligente, sensible, con sentido de Estado, propietaria del Castillo de Curiel, le hemos querido dedicar la habitación número 5 del hotel.
Habitación de Doña Berenguela la Grande, habitación número 5 del hotel Castillo de Curiel
La habitación de Doña Berenguela la Grande





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